Intento de Femicidio

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«MARIELA FUE VÍCTIMA DE UN INTENTO DE FEMICIDIO Y SI A ESTE PERSONAJE LO LIBERAN LA VA A MATAR»

La abogada de la mujer andalgalense que aún permanece internada por la criminal golpiza sufrida hace días, aseguró que la justicia tiene que recaratular la causa porque el objetivo del agresor era quitarle la vida, así como la venía amenazando.

Constituída querellante particular y actora civil, reprobó el proceso de atención médica de urgencia que recibió su defendida en el hospital local, ya que haber informado que solo tenía lesiones leves es favorecer directa y técnicamente al golpeador.

La letrada capitalina, Marcela González, defensora de la mujer salvajemente golpeada el último fin de semana en Andalgalá, en la mañana de este miércoles 24 de julio hizo declaraciones contundentes: «Mariela (Álvarez) fue víctima de un intento de femicidio y si la justicia libera a este personaje -por Carlos Maximiliano Araya-, la va a matar», así de claro. De extensa y laboriosa trayectoria en el foro jurídico de la provincia, la doctora González hizo este pronunciamiento explicativo de la situación propiamente dicha en el programa que conduce la periodista, Victoria Ramos, en Radio 10, 94.5 MHz de esta ciudad.

Allí González relató que apenas fue contactada optó por constituirse en querellante particular y actora civil de la joven siniestrada con el propósito de contenerla integralmente y lograr que reciba justicia por lo padecido. De hecho, fue ella quien al ver el tremendo estado de afectación física, emocional y espiritual que tenía Mariela, «la cargamos en mi vehículo porque no podía ni levantarse a causa de los insoportables dolores», dijo al describir la segunda vez que la víctima llegó al Hospital Zonal para que fuera revisada de manera profunda, algo que no ocurrió en la primera ocasión, según contó en detalles mientras era entrevistada, con la incompatibilidad que significó que la institución sanitaria informe que solamente tenía «lesiones leves».

Y en este aspecto central del cuadro pericial es que Marcela González se detuvo con especial énfasis. Aseveró que el diagnóstico brindado por la atención de guardia fue muy pobre, ya que dejó de lado la rigurosidad clínica, siendo clave el punto de vista médico porque «de eso depende posteriormente la carátula que fiscalía le imprima a la causa, en función que la misma se basa en los elementos probatorios que tiene a disposición en ese momento». Una mujer que evidencia deficiencias para respirar a consecuencia de la inflamación de los cartílagos, de ematomas internos que debieran haber sido percibidos con una radiografía oblícua, de puntos de sutura que tuvieron que hacerle en el rostro por la rotura del mentón y, que visiblemente «caminaba a gatas», por solamente nombrar algunos efectos, jamás puede ni debe ser objeto de una evaluación leve, señaló en reiterados conceptos.

Por este contexto técnico es que la querellante está convencida que la fiscalía tiene que recaratular la causa a femicidio en grado de tentativa con el agravante de violencia de género y el vínculo, para posteriormente elevarla a juicio «porque el objetivo del agresor era quitarle la vida, así como la venía amenazando desde hace tiempo». La justicia no puede mirar para otro lado debido a que «él la quería matar, hubo ensañamiento, ella tenía miedo y, si no consiguió el objetivo fue por las circunstancias que obraron, como la presencia de los amigos y el pedido de la hija de que no le pegue más a su mamá» finalizó relatando.

En síntesis. Ante la multiplicación de los casos de violencia de género en la cabecera departamental, la población en general tiene la sensación que el sistema general de justicia, sin personalizar a ninguna parte en especial, está cada vez más lejos de proceder superadoramente. Desde el principio hasta el final del proceso que tiene que transitar cada víctima, la realidad aparece como insuficiente al extremo para acompañar a quien, además de verse obligada a exponer su estado de indefensión, también es damnificada por actores que directa o indirectamente «desaniman» a que una persona como bien podría ser Mariela, proceda a hacer la denuncia a fin de garantizar sus derechos. Y esta actitud no es inocente. Pareciera que si una mujer no llega en el estado de Eugenia Olivera, carbonizada y cortada en pedazos, todo es leve, todo es superficial, y nadie reviste la gravedad como para recibir una atención digna que a la postre induzca a una acción reparadora por parte de la justicia.

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